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El 'unicornio' biotecnológico que mata células madre cancerígenas vale 3.000 millones

Stemcentrx lleva años trabajando casi en el anonimato, sin página web ni notas de prensa, pero es la 'start-up' privada más valorada de toda la historia de su sector.




Silicon Valley está acostumbrado a los "unicornios", aquellas empresas tecnológicas de rápido crecimiento, normalmente sin beneficios, que están valoradas en 1.000 millones de dólares (unos 896 millones de euros) o más, como Snapchat, Square y Uber. Ahora el mismo fenómeno se extiende al campo de la biotecnología, donde los inversores inundan de dinero a las empresas que prometen vencer las probabilidades históricamente bajas de éxito con los fármacos.

En 2002, Scott Dylla, un delgado postgraduado con acento de Minnesota (EEUU), contestó un anuncio de Craigslist de una habitación de alquiler en Palo Alto (EEUU). Aunque no se podía permitir instalarse en el piso con Brian Slingerland, que era entonces un prometedor banquero de tecnología de Credit Suisse, los dos entablaron conversación.

Dos tías de Slingerland habían fallecido a consecuencia de cáncer; una, solo un año después de jubilarse, y la otra de cáncer de pulmón. Siempre había fumado Kents.

"¿Podremos curar el cáncer?", quería saber Slingerland.

"Sí, al centrarnos en las células madre", aventuró Dylla, que empezaba un trabajo de laboratorio en la Universidad de Stanford (EEUU) para investigar esa misma cuestión.

Trece años después, esa conversación se ha convertido en una de las start-ups privadas de biotecnología más valoradas de toda la historia. La empresa fundada por los dos, Stemcentrx, ha recaudado 500 millones de dólares (unos 448 millones de euros) y está valorada en casi 3.000 millones de dólares (unos 2.688 millones de euros) según fuentes familiares con las finanzas de la empresa, lo que representa un valor casi sin precedentes para una empresa sin fondos que se enfrenta a los típicos obstáculos de I+D, y de la que casi nadie ha oído hablar.


Stemcentrx cree que sus opciones superan la media. Sus fundadores han reclutado a canosos expertos de la biotecnología, han construido un anlimalario que aloja 18.000 ratones blancos, y establecieron una planta de fábrica acristalada donde la empresa ya fabrica sus propios fármacos experimentales. Estos fármacos, según Slingerland, se parecerán a "misiles dirigidos por láser unidos a bombas atómicas". La empresa tiene planes de soltar sus cargas útiles sobre al menos diez tipos de cáncer a lo largo de los próximos años.

La empresa es extraordinaria porque apuesta por una idea científica que no cuenta con una aceptación universal – que la causa del cáncer no es una célula que muta, sino unas células madre potentes y poco frecuentes.

La premisa controvertida de Stemcentrx – que las células madres pueden ser malas, no buenas – ha atraído unos apoyos impresionantes, incluidos Sequoia Captial, Elon Musk y, de forma más notable, Founders Fund, el fondo de inversiones dirigido por Peter Thiel, el inversor con el toque del Rey Midas que descubrió Facebook.

Thiel dice que su fondo ha invertido 200 millones de dólares (unos 179 millones de euros) en Stemcentrx. Representa la inversión más grande del fondo en cualquier empresa, afirma, superando empresas conocidas como SpaceX, Spotify y Palantir. También representa dos o tres veces la cantidad que invirtió Thiel en otras 25 empresas de biotecnología (ver El inversor de biotecnología que quiere vencer al envejecimiento).

El mes pasado, cuando Stemcentrx cerró su último ejercicio de financiación de 250 millones de dólares (unos 224 millones de euros), los inversores fueron encabezados por el gigante de los fondos de inversión, Fidelity, lo que sugiere que los planes de realizar una OPI no tardarán en desvelarse. Otras empresas centradas en las células madre cancerígenas incluyen OncoMed y Verastem, ambas ya públicas.

Si casi nadie había oído hablar de Stemcentrx hasta ahora esto se debe a que la empresa se escondía a plena vista. Ocupa tres plantas de un edificio ubicado en la bahía de San Francisco con vistas al campus de Genentech, cuenta con 140 empleados, y contrata periódicamente a Ronnie Lott, el antiguo jugador de fútbol americano de los 49ers de San Francisco, como ponente inspirador. Pero no ha emitido ninguna nota de prensa – y hasta la semana pasada apenas contaba con una página web. "Con tanta información que circula por allí, resulta sorprendentemente sencillo ocultarse ", afirma Slingerland.

El pasado lunes marcó un nuevo paso de la empresa cuando médicos colaboradores presentaron los resultados de su primer ensayo clínico en una conferencia de cáncer de pulmón en Denver (EEUU). Mostraron los resultados tempranos de un fármaco de anticuerpos que han desarrollado y que se dirige a lo que Dylla afirma que son células madres que causan el cáncer de pulmón microcítico (o de células pequeñas). Es el mismo tipo de cáncer mortífero que mató a la tía de Slingerland, y con el que son diagnosticados unos 30.000 estadounidenses al año, de los cuales menos del 10% sobrevive durante cinco años o más.  

El estudio contaba con 80 sujetos y se diseñó principalmente para encontrar una dosis segura del fármaco, no para demostrar su eficacia. Pero hay pistas alentadoras. En general, los tumores encogieron con mayor frecuencia en comparación con el único fármaco aprobado para tratar ese cáncer: topotecan. Para los pacientes cuyos cánceres exhiben el marcador de célula madre al que se dirige el fármaco, los beneficios fueron mayores. Cuánto ayuda el fármaco realmente es una cuestión que requiere un ensayo más comprensivo que la empresa espera iniciar pronto. Es uno de tres fármacos que la empresa ya prueba en ensayos con humanos.





A diferencia de las empresas tecnológicas que pueden producir valoraciones en un año o dos, la mayoría de las empresas de biotecnología sólo lo consiguen después de años de trabajo y cuando se acumulen las pruebas de que una idea, o un fármaco, funciona. Después del encuentro fortuito entre Dylla y Slingerland, Dylla se puso a trabajar en el laboratorio de Irv Weissman, un prominente biólogo de células madre. Para entonces, los científicos canadienses habían identificado que la causa de una forma de leucemia es una célula madre cancerígena, la primera demostración clara de esa idea. Investigadores de la Universidad de Michigan (EEUU) argumentaron en 2003 que lo mismo se aplicaba al cáncer de mama. 

¿Podría afirmarse lo mismo de todos los tipos de cáncer? En 2008, Slingerland, que se había unido al banco de inversiones tecnológicas Qatalyst Partners, decidió emplear su propio dinero, y el de algunos inversores tempranos, para financiar que Dylla comenzara a trabajar en la idea de forma independiente. Si las células madre cancerígenas realmente existiesen, esto podría explicar los beneficios temporales de la quimioterapia. Habíamos estado matando las células equivocadas. Quizás el cáncer surja de unas pocas células que evadían el tratamiento y podían iniciar el cáncer de nuevo después.

De ser así, se necesitaban fármacos que atacaran y mataran las células madre. "Arrancar el árbol de raíz", dice Dylla.

Thiel dice que ha invertido tanto dinero no sólo porque los fundadores eran como el ying y el yang – Dylla es sinceramente técnico, mientras que Slingerland es un experto financiero – sino porque creía que la empresa podría reducir las probabilidades de fracaso. "Nuestra teoría fue que respresentaba una empresa de biotecnología que guardaba un mayor parecido con una empresa de software", dice Thiel, que empezó a invertir en 2012. "Toda la empresa estaba diseñada para acercar las probabilidades de éxito al 1".

Un aspecto de ese diseño consistía en una manera metódica, y cara, de centrarse en cuál de los tipos de células de un tumor es el máximo responsable. En Stemcentrx se hace introduciendo trozos de cánceres humanos recién obtenidos bajo la piel de un ratón sin sistema inmunológico, un procedimiento llamado un xenoinjerto. Se recoge el cáncer que se desarrolla y se clasifica por tipos de células. Entonces cada fracción se implanta en otros ratones. El proceso, llamado clonación por diluciones limitantes, se repite las veces que haga falta para encontrar el tipo único de célula que siempre regenere un tumor idéntico al original. Esa es la célula madre cancerígena.

En los laboratorios de Stemcentrx, observé a técnicos que desollaban oscuros bultos de tumores de pulmón del tamaño de un lichi, y luego los trituraban con una cuchilla. Los investigadores pasan las células por máquinas de clasificación, utilizando marcadores químicos para separarlos por tipo. Dylla dice que la empresa realiza 150 injertos de células tumorales en ratones al día.

El objetivo no se limita al descubrimiento de una célula específica que pueda generar el cáncer, sino también de un marcador molecular único que lo identifique. Uno de los descubrimientos que afirma haber realizado Stemcentrx fue haber encontrado una proteína, llamada DLL3, que aparece en lo que cree que son las células madre responsables del cáncer de pulmón de células pequeñas. El fármaco que desarrollaron para matar estas células es una toxina química asociada con un anticuerpo que se adhiere a esta proteína a modo de llave y candado.

Algunos laboratorios estudian las células madre cancerígenas cultivándolas en una placa de Petri, donde forman manchas llamadas esferoides. Es un método más rápido y barato de realizar los ensayos de medicamentos, pero según Dylla, menos preciso. Las células que se cultivan en una placa de laboratorio tienden a convertirse en algo diferente, acumulando mutaciones poco frecuentes, y acaban pareciéndose menos al tumor original. Si se encuentra un fármaco que mata estas células, ¿cuáles son las garantías de que resulte igual de eficaz dentro de un cuerpo humano? No existen: la mayoría de los fármacos fracasan porque los estudios de laboratorios no pueden predecir con precisión lo que sucederá cuando el medicamento sea ingerido por una persona.

En Stemcentrx, los tumores de 600 personas distintas y de una docena de tipos de cáncer crecen dentro de sus ratones. La convicción de Dylla es que si sus fármacos pueden curar a los animales, aumentan las probabilidades de que ayuden a los humanos. Para que Stemcentrx justifique su alta valoración, probablemente necesite una tasa de éxito unas tres veces mayor que la media del campo de la biotecnología.

Es más, la empresa apuesta por un paradigma que aún se debate acaloradamente. La teoría de las células madre implica que el cáncer se organiza como un órgano, por ejemplo el hígado, cuyas células madre hacen nuevas células especializadas constantemente, como después de que te hayas tomado un par de copas durante una juerga nocturna. En el escenario de las células madre, un tumor funcionaría de una forma similar. Así que si se destruyeran las pocas células madre, el cáncer no podría volver a generarse.

Pero, ¿y si no existen células madre especializadas? ¿Y si, en lugar de eso, la mayoría de las células de un tumor, o todas ellas, pueden realizar la labor de extender el cáncer? En los laboratorios académicos, las dos teorías llevan una década de batallas, pero la teoría de las células madre es la que últimamente ha estado recibiendo más golpes. Por ejemplo, los científicos expusieron un caso convincente recientemente de que en el cáncer de piel no existe ninguna célula madre como algunos habían predicho. Demostraron que al cambiar a un tipo distinto de ratón, la cuarta parte de las células humanas de melanoma fueron capaces de generar un cáncer. "Existe un importante debate que sigue produciéndose y no sé si será tan fácil de resolver", dice Ravi Majeti, un biólogo de la Universidad de Stanford (EEUU) que estudia la leucemia. "Es una historia complicada y yo diría que la teoría de las células madre está amainando un poco".


Dadas las pruebas de ambos bandos, Majeti dice que los nuevos apoyos de la teoría quizás tendrán que venir de la mano de un ensayo clínico en pacientes humanos. "La prueba por excelencia es cuando, al dirigirse sólo a las células madre, se erradique el cáncer", afirma.

En una reunión general celebrada la semana pasada en Stemcentrx, Slingerland presentó los resultados de su primer ensayo clínico mientras un DJ pinchaba I Will Survive de Gloria Gaynor. Presentó a los empleados recién contratados e hizo una presentación de la página web, que reemplaza la página anterior, de aspecto simple, con un solo párrafo de texto. "Pedimos que la convirtiesen en el Apple de la biotecnología", explica. Contó a sus empleados cuánto habían invertido los inversores, y lo que ahora valen sus acciones y opciones.

Es mucho dinero, o lo podría ser. Slingerland dice que no quiere concentrarse demasiado en el estado de su empresa como un unicornio de la biotecnología. "Esto no nos sirve de nada hasta que consigamos la aprobación de estos fármacos", les dijo a sus empleados.




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Juanjo Sabe