Prepárate para vivir la Cuaresma
La Cuaresma
es una tradición cristiana que se observa en muchas denominaciones religiosas.
Es el sagrado periodo de cuarenta días de sacrificio que precede a la muerte y
resurrección de Jesucristo.
Durante la Cuaresma, los católicos y algunos
protestantes se preparan para la Semana Santa ayunando, rezando y
reconciliándose con el Señor. Estos cuarenta días son una época muy buena para
reflexionar y permitirnos asumir nuestras propias cruces como lo hizo Cristo
alguna vez.
1. Elige un sacrificio cuaresmal. La Cuaresma es una época de solemnidad y sacrificio que
conmemora el éxodo de Jesús hacia el desierto. Nuestro sacrificio es un recordatorio
del sacrificio que hizo Jesús para salvarnos de nuestros pecados. Debido a
esto, es una tradición cuaresmal sacrificar algo durante estos 40 días.
Piensa en
todas las cosas triviales en tu vida que distraen tu atención de Dios. ¿Sientes
que dedicas más tiempo a mandar mensajes de texto y actualizar tu estado en
Facebook que a rezar y pasar tiempo con Dios? ¿Tienes el hábito de comer comida
chatarra en exceso? ¿Qué es algo sin lo cual podrías vivir?
2. Además de sacrificar algo, añade algo especial a tu rutina cuaresmal. Renunciar al chocolate o al Facebook
por 40 días está muy bien, pero ¿por qué no hacer también algo positivo, en
lugar de solo eliminar lo negativo? Pasa más tiempo con tu familia o haciendo
trabajo voluntario, reza más, o ponte en contacto de alguna manera con tu fe.
Algunas
familias deciden guardar algunas monedas durante estos 40 días y hacer algo con
ellas. Puede ser donarlas a la iglesia o a una organización benéfica local, o
comprar productos para aquellos que lo necesiten. Es un lindo detalle para esta
época, enfocándose en aquellos que no tienen nada que sacrificar en un
principio.
3. Asiste a misa tanto como puedas. Además del servicio semanal los domingos, es bueno ir a la
iglesia con frecuencia, sobre todo durante la Cuaresma. La Cuaresma comienza el
Miércoles de Ceniza, cuando recordamos que venimos del polvo y en polvo nos
convertiremos. Muchas denominaciones a menudo ofrecen un servicio de adoración
a mitad de semana y asistir a ellos es una buena forma de participar en la
Cuaresma.
Si decides
ir a misa unas cuantas veces más durante esta época, el Miércoles de Ceniza y
el Jueves o Viernes Santo (o ambos) son tus mejores opciones.
Es probable
que tu iglesia ofrezca confesiones semanales, quizás hasta más durante esta
época del año. Si no estás seguro de cuándo ir, ¡busca un boletín o llama por
teléfono! También puedes programar confesiones privadas.
5. Dedica tiempo a las devociones. Aunque no son obligatorias, las devociones son una gran
manera de prepararte mentalmente para la Cuaresma. La Iglesia estimula mucho la
adoración a Dios o la veneración a la Santísima Virgen María y los santos. Es
probable que tu parroquia local ofrezca una Adoración Eucarística regular a la
que puedas asistir para sentarte y rezar, en presencia del Santísimo
Sacramento. Para practicar la veneración, puedes rezar una década del Rosario
diariamente o rezarle a tu santo patrón.
Con tal de
que signifique algo para ti, cualquier oración es un paso en el camino
dispuesto por Dios. Si hay una oración con la que creciste y que tiene un
significado especial para ti, dedica un tiempo a enfocarte en lo que de verdad
significa y en cómo puedes encarnar esa oración en tu vida diaria.
6. Tómate un tiempo para la introspección y la reflexión. La Navidad y la Pascua son épocas de
felicidad y, si bien estos son tiempos alegres y positivos, lo mismo no puede
decirse de la Cuaresma. Es un tiempo de simplicidad y solemnidad. Es un tiempo
para reflexionar sobre cómo dependes de la misericordia de Dios y sobre tu
comprensión de la fe. Tómate unos momentos durante este periodo para pensar en
cómo encarnas el mensaje de Cristo.
Por si fuera
poco, en la mayoría de lugares en donde se observa la Cuaresma, esta se lleva a
cabo durante el invierno (cuando solo mirar por la ventana es un sombrío
recordatorio de las tribulaciones que Jesús sufrió por nuestra felicidad).
7. Practica el ayuno y la abstención. A partir de los catorce años, todos
los católicos deben abstenerse de comer carne los viernes de Cuaresma, aunque
sí se permite comer pescado. Además, los católicos de 18 a 59 años deben ayunar
el Miércoles de Ceniza, el Viernes Santo y todos los viernes de Cuaresma, que
quiere decir que deben hacer solo una comida fuerte ese día. Por supuesto,
hazlo de la forma que consideres más segura y efectiva.
Algunas
personas definitivamente no deberían ayunar (las mujeres embarazadas y los
ancianos, por ejemplo). Si el ayuno no es una opción sensata para ti, abstente
de algo que no sea comida. Asegúrate de que sea algo que constituya un reto --
como tu celular o correo electrónico -- para que sientas el sacrificio que
estás haciendo.
8. Haz un calendario de Cuaresma. Esto te ayudará a concentrarte en la progresión de la época
de Cuaresma y es un buen recordatorio de los días que van pasando, acercándonos
cada vez más a la resurrección de Jesús. La Cuaresma dura 40 días y no incluye
los domingos. Culmina el viernes anterior a la Pascua (siendo el último día el
Jueves Santo); cuenta hacia atrás desde ahí.
Cuelga el
calendario en un área común de tu hogar. Cada día, tacha un recuadro. Conforme te
vayas acercando a la Pascua, ¿cómo te vas sintiendo? ¿Tus sacrificios se
vuelven más o menos difíciles de mantener?
9. Haz una comida de sacrificio semanal. Además de ayunar el Miércoles de Ceniza y Viernes
Santo, haz una “comida de sacrificio” una vez por semana, como un simple plato
de arroz y un vaso de leche en lugar del banquete tradicional de tu familia.
Limitarte a esto te recordará lo que es normal para ti, recalcando que no es
normal para otros. ¡Nos olvidamos de estas cosas tan fácilmente!
Nuevamente,
solo sigue las restricciones en la dieta si es recomendable para ti. Si no
estás seguro, es prudente consultar con un doctor de antemano. ¡Jesús no quiere
que sacrifiques tu salud!
10. Quema palmas del Domingo de Ramos del año anterior. Al inicio de la Cuaresma, el
Miércoles de Ceniza, quema las palmas que tengas del Domingo de Ramos del año
anterior. Colócalas en un tazón en la mesa del comedor (o en cualquier lugar en
donde puedan servir como recordatorio) para reflexionar sobre la vida y muerte
de Jesús. Durante cada comida, experimentarás una sensación natural de gratitud
por todas tus riquezas
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Reviewed by Maya
on
viernes, febrero 12, 2016
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