Tolerancia cero con la mutilación genital femenina
Cada 6 de febrero se conmemora el día mundial de tolerancia
cero con la mutilación genital femenina (MGF). La ablación del clítoris,
también llamada escisión, circuncisión femenina o infibulación cuando se trata
del tipo de intervención más agresiva, es una grave violación de los derechos
humanos de mujeres y niñas.
Actualmente en el mundo viven más de 125 millones
de mujeres y niñas que han sido objeto de la MGF, y se estima que en África 3
millones de niñas anualmente viven en riesgo de ser sometidas a esta práctica.
Sin embargo, no solamente se realiza en África, sino también en algunos países
de Asia y Oriente Medio, e incluso en Europa y Estados Unidos.
La tendencia actual en torno a esta práctica muestra que
están aumentando las intervenciones en centros médicos, con la consecuente
mejora en cuanto a complicaciones posteriores a la cirugía (dolor y hemorragias
fundamentalmente en estos casos).
Lo que por un lado nos puede parecer
positivo, quizás no lo es tanto en cuanto a la normalización de la MGF, ya que
al realizarla en un entorno sanitario parece pasarse por alto que se trata de
una vulneración de los derechos humanos. También se ha observado un descenso en
la edad a la que se somete al procedimiento a la menor, posiblemente porque,
debido a las crecientes prohibiciones, realizándola antes se oculta también de
manera más eficaz. Igualmente, la prohibición conlleva la salida hacia otros
países con legislación más laxa en este campo para realizar la intervención.
Con todo, alrededor de la mutilación genital femenina hay
otros muchos factores a tener en cuenta. Cuando nos referimos a ello desde
nuestro sillón, nos vienen a la mente terribles imágenes, y es que no es para
menos. También quizás nos vengan a la cabeza diferentes maneras de terminar con
esta lacra de manera fulminante, pero la realidad es que no es tan sencillo y
que posiblemente lleve más tiempo del que todos desearíamos.
¿Qué es lo que lleva a una madre a practicar la ablación a su
hija? Pues, aunque parezca un contrasentido, principalmente el amor. Sí, el
amor de madre.
Ese amor que hace que las madres deseen lo mejor para sus hijas
e hijos, ese que hace que cada madre lo haga siempre lo mejor que puede, que
ofrezca lo mejor de sí misma, dentro de sus posibilidades.
Existen aún multitud
de comunidades en las cuales no estar circuncidada (nótese que usamos este
término por ser el de uso general, pero esta práctica no se asemeja en nada a la
circuncisión masculina) es sinónimo de repudio social, y en la práctica hace
muy complicada la supervivencia. Las mujeres no circuncidadas se enfrentan a
una vida de soledad y rechazo. ¿Qué madre desea eso para su hija? Cuando
preguntamos el motivo a mujeres que manifiestan su deseo de circuncidar a sus
hijas, responden que lo hacen porque para ellas realmente es una práctica
necesaria y positiva, a través de la cual alcanzan la madurez y dejan de ser
impuras, y que quieren lo mismo para sus hijas. También están las mujeres que
realizan el procedimiento, las mutiladoras.
En muchas ocasiones se trata de un
oficio que pasa de madres a hijas, y no suele ser sencillo
"reconvertir" a estas mujeres hacia otras tareas con las que ganarse
el sustento y el de sus familias. Todo esto nos puede dar una idea de lo
complicados que pueden ser los cambios y de las resistencias que se pueden
encontrar por el camino.
Indudablemente, más allá de prohibiciones, imposiciones o
multas, la vía de solución más eficaz pasa por la educación. Por transmitir la
idea de que la MGF siempre daña, nunca beneficia. Y transmitirla de manera
accesible a la población de destino, como por ejemplo hace el cantante Tiken
Jah Fakoly, siempre comprometido con temas sociales, o como las funciones de
teatro popular que podemos encontrar en muchos países africanos.
Muchas de las mujeres que en su día sufrieron la ablación,
actualmente lo tienen claro, y es algo que no repetirán sobre el cuerpo de sus
hijas. Saben que no es beneficioso para la mujer, y muchas de ellas así tratan
de transmitirlo a sus comunidades o, como en el caso de la famosa Waris Dirie,
al resto del mundo.
Solamente con educación, tomando conciencia, las mujeres
cambiarán la manera de hacer las cosas, modificarán sus decisiones. Porque,
como muchas veces hemos dicho, las decisiones que tomamos solamente son libres
cuando son conscientes, tras tener toda la información al alcance. Como
manifiesta Waris Dirie, este tema no es una cuestión de tradición, cultura o
religión, sino de derechos humanos.
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Reviewed by Maya
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viernes, febrero 05, 2016
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