La aprobación de CISPA legalizará el espionaje ciudadano.
La Ciberseguridad
CISPA (Cyber
Intelligence Sharing and Protection Act) se da una nueva vuelta de tuerca a las
conocidas pretensiones de control ciudadano en EEUU. Una legislación que, al
tratar el tema de la ciberseguridad termina por hacerse extensiva a todo el
mundo.
Esta semana finaliza el proceso de enmiendas y pasa a ser
votada. Esta Ley supondría el fin de la Neutralidad de Internet y una
conculcación de derechos y privacidad de toda comunicación electrónica. La propia
libertad de expresión podría ser fiscalizada sin garantías.
La próxima aprobación de CISPA legalizará el espionaje
ciudadano.
La vieja retórica de
la seguridad es una herramienta bien conocida por los gobiernos para hacer
comulgar a la ciudadanía con cualquier pretensión legal. En este caso, EEUU
vuelve a la carga con una modificación
de CISPA, mucho más dura que lo que se presentara en su tramitación original.
Citar ciertas palabras como "terrorismo", sirve como palanca intelectual para silenciar cualquier
oposición al proyecto, como si oponerse a una ley desproporcionada y absurda
nos situara junto a supuestos "ejes del mal". La insistencia en sacar
adelante el espionaje ciudadano ha pasado por varias fases en las que el
rechazo popular ha sido una constante. En cierto modo, ACTA y PIPA, apuntaban
en direcciones similares, aunque con excusas distintas, como la piratería.
CISPA
Permitiría, entre otras cosas, que compañías privadas interviniesen nuestras
comunicaciones sin orden judicial, a petición de la Agencia Nacional de
Seguridad o El Departamento de Defensa entre otros. Esto significa que nuestros
correos electrónicos y otras comunicaciones pueden ser intervenidas
directamente, sin mediación ni restricción legal alguna. Una policía de
Internet al servicio de unos intereses nada claros que podría ejercer una
fiscalización permanente de las comunicaciones de quien le interese. Cualquier
cláusula de privacidad como hoy las entendemos en redes sociales, aplicaciones
o gestores de correo entre otros quedaría conculcada por la vía de los hechos.
Ni siquiera se podría exigir responsabilidades por un uso inadecuado de
nuestros datos.
La experiencia ya ha demostrado que estas agencias de
seguridad norteamericanas no ejerce sus esfuerzos donde teóricamente debieran.
Las oficinas surgidas al calor de la "Patriot Act" y la “Homeland
Security", justo después de los atentados del 11S, demostraron pasados varios
años, su incapacidad para perseguir el
terrorismo y sí la permanente conculcación de derechos de cuidadanos inocentes y el espionaje a
activistas de moviminetos sociales. Ahora se pretende dar carta de naturaleza a
este despropósito, permitiendo que no sea necesaria una excusa concreta, una
autorización judicial, para poder
intervenir las comunicaciones de forma abierta, con un respaldo legal.
El presidente de EEUU tiene la posibilidad de ejercer su derecho a veto. Caso contrario, la
mayoría republicana y el alineamiento actual de la cámara junto al potente
lobby que la apoya darían como resultado su aprobación final. Esta más que
probable aprobación dejaría al presidente Obama como único obstáculo posible a
la consecución de dicha ley. Las
declaraciones por parte de la Casa Blanca apuntaban a que existían serias objeciones a propósito de las
garantías personales respecto a la intervención de empresas privadas de las
comunicaciones ciudadanas. El proceso de enmiendas no consiguió corregir los
aspectos más destacados al respecto, como se esperaba por parte del gabinete
Obama.
En Estados Unidos las
prácticas de lobbismo están reguladas legalmente. Así podemos ver cómo estas
agrupaciones de intereses mantienen una relativa actividad pública. Ese es el
caso del grupo de presión Technet, que
acoge a una parte importante del sector tecnológico. Resulta curioso observar
el movimiento a favor de esta ley por parte de este lobby. La apelación a una
regulación en torno a la seguridad en la red no deja de situarse en la retórica
ambigua tan repetida por los que buscan algo más difícil de explicar abiertamente.
Poder pasar por encima de cualquier cláusula de restricción o privacidad es
demasiado atractivo para compañías cuyo modelo de negocio se nutre de esos
datos. En este sentido se podría explicar cómo Google, Facebook o Yahoo no
tienen empacho en situarse a favor.
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La actualidad de Folrinda Meza García
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Reviewed by Maya
on
domingo, agosto 16, 2015
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